Saludos a todos mis apreciados lectores de los martes, en el artículo de hoy voy a referirme a un tema que nos debe llamar a reflexionar a todos los panameños por igual, se trata del tema educativo. Pronto está por concluir el actual periodo escolar y sigo pensando que el sistema educativo panameño necesita del concurso de todos para lograr una verdadera transformación moderna y actualizada, no sólo a la clase estudiantil del país, sino a los educadores también, porque ya está bueno de colocarles parches a los problemas que por años aquejan al Ministerio de Educación.
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Gracias al trabajo y el esfuerzo de mis padres yo recibí una muy buena educación que me ha dado la oportunidad de defenderme en la vida, de trabajar y ofrecerles también la oportunidad a mis hijos para que en un futuro puedan ellos defenderse por igual. Pues precisamente eso es lo que más anhelo en estos momentos, ver que los hijos de esta patria tengan esas mismas oportunidades de crecer, de ayudar a sus padres, a su familia y de contribuir a seguir forjando esta pequeña pero noble nación.
Como panameño me duele escuchar años tras años los grandes problemas que tiene el sistema educativo, las escuelas ranchos son interminables, la falta de equipos en los laboratorios de los centros de enseñanzas son reales, la deserción escolar es recurrente todos los años, la muerte de educadores y estudiantes en las zonas de difícil acceso al tratar de cruzar ríos y quebradas caudalosos se están convirtiendo en una constante, en fin, niños que acuden a las escuelas sin desayunar y sin comer un bocado de comida es doloroso. Quien ama su país y a sus hijos no puede quedarse inerte ante semejante escenario, y aquí sí deseo reconocer esas palabras sabias de un líder panameño cuando dijo: "Lo que quiero para mis hijos lo quiero para mi pueblo".
Miremos en retrospectiva cómo está la educación en Panamá; según las estadísticas y los análisis llevados a cabo por expertos de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, el país tiene un 25% de jóvenes que desertan de los colegios, entre las edades de 12 y 17 años. Es un fenómeno multicasual la deserción escolar. Sin embargo, hay un denominador común entre estas causas, y lo constituye el factor socioeconómico.
Y es precisamente aquí donde quiero detenerme para recalcar que es inadmisible que un país que desde el 2009 venía en una escala ascendente de crecimiento económico y de desarrollo humano haya registrado en estos últimos cinco años un estancamiento total de la economía, lo que ha provocado la pérdida de miles de empleos en todos los sectores, sean estos agropecuario, comercial, industrial, turístico, etc.
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Este fenómeno de desaceleración que vive nuestro país, luego de experimentar un crecimiento superior al 11%, es realmente devastador para todas las familias. Hemos visto cómo padres de familia han tenido que sacar a sus hijos de las escuelas privadas porque les resultaba muy oneroso mantenerlos en ese centro escolar luego de haber perdido su fuente de trabajo.
Para mí, es lamentable que el Gobierno haya eliminado la entrega de las laptops a estudiantes, específicamente graduandos de las escuelas públicas, cuando todo el mundo sabe que el futuro de los países y su gente está en la tecnología. Hoy todo se mueve al ritmo de las grandes corporaciones en materia tecnológica como parte de las políticas integracionistas o de globalización, y Panamá no puede quedarse aislada del mundo contemporáneo.
Por esta razón y por muchas otras es que debe darse el cambio el próximo 5 de mayo de 2019. Debemos volver a la política del auge, del crecimiento, el progreso, a volver a convertir nuestros sueños en realidad. El problema de la educación no únicamente se resolverá con reformas al sistema, porque cuando hay un país con alta tasa de desempleo y una economía en picada no tendremos jamás un sistema educativo eficiente. Está llegando la hora de que los panameños evaluemos la mejor alternativa para el país, y esa opción es Cambio Democrático. Es el tiempo de devolverle la felicidad a nuestros hijos, a nuestras familias y a nuestra patria.